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"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos"   SURda

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13-06-2014

 

 

 

 

Más que tonto útil

SURda

Ucrania

Gavin Rae (*)

 


(La visión de un izquierdista polaco sobre el conflicto en Ucrania)


Gavin Rae (*)

Las imágenes de Odessa eran verdaderamente horribles. Cadáveres quemados, una mujer embarazada estrangulada, la gente saltando a la muerte por las ventanas.

Sin embargo, quizás la más inquietante de todas ellos fue la escena dea un grupo de jóvenes con pinta de estudiantes buscando liga que, ,a las risas y envueltos en la bandera de Ucrania preparaban molotovs para provocar la muerte de más de 40 personas. Estas imágenes evidencian como el movimiento de Maidan se había transformado, de la esperanza a la tragedia.

Por un lado, la Maidan representó una auténtica explosión social de descontento contra un gobierno corrupto, ineficiente y a veces brutal. Miles salieron a las calles, entre ellos los jóvenes de la emergente clase media, que creían que Yanukovich les quitaba sus perspectivas de disfrutar de una vida "normal" dentro de la UE. Maidan parecía estar siguiendo un guión bien conocido, con el señuelo de las libertades democráticas y económicas en Occidente barriendo los últimos remanentes autoritarios de la época soviética.

Sin embargo, mientras los políticos de Occidente posaban para fotografías como repartiendo caramelos, las manifestaciones pasaron a violentos enfrentamientos con las autoridades. Y los que llevan adelante esta lucha fueron los grupos organizados de la extrema derecha (principalmente el recién formado  Sector de Derecha), que expulsaron a los movimientos alternativos de  izquierda. El régimen se desintegró bajo esta presión después del horrible (aunque todavía no totalmente explicado) fusilamiento de manifestantes y milicianos por francotiradores.

Sin embargo, esto no fue una victoria de la sociedad civil o de los valores democráticos. Fue la conquista del poder por los oligarcas privilegiados del oeste, que dependían del apoyo de la extrema derecha envalentonada.

A pesar de su retórica patriótica, el nuevo gobierno no tiene nada que ver con la unidad de Ucrania. Durante los primeros días de ese gobierno recién formado el parlamento aprobó leyes como la que se deroga la lenguas minoritarias, la proscripción del Partido Comunista y la eliminación de la prohibición de la propaganda nazi. Algunos de estos proyectos de ley fueron rechazados por el presidente, pero el clima político se había instalado. Seis miembros del neo-nazi Svoboda obtuvieron puestos en el gabinete del nuevo gobierno. Este es un partido que el Parlamento Europeo había descrito previamente como tener puntos de vista opuestos a los valores y principios fundamentales de la Unión Europea y que reivindica abiertamente la tradición histórica del Ejército Insurgente Ucraniano (UPA) y su líder Stepan Bandera, que llevó a cabo el genocidio de alrededor de 70.000 polacos durante la Segunda Guerra Mundial.

Sin embargo, los del este de Ucrania tienen los mismas problemas que los del oeste. Viven en el mismo estado oligárquico corrupto y han tenido que soportar las condiciones de vida de un país cuyo PIB per cápita sigue siendo 20% por debajo de lo que era cuando la Unión Soviética se derrumbó. El acuerdo de asociación de la UE, que Yanukovych se negó a firmar, no podía ser aceptado en estas regiones orientales, ya que incluía las condiciones de un préstamo del FMI para subir los precios de la energía, reducir el gasto social y exponer la industria no competitiva del país al mercado europeo. El actual gobierno ha decidido continuar por este camino de la austeridad, lo que reducirá aún más los niveles de vida y ampliará lasdesigualdades  sociales.

Esta es la crisis estructural de la base económica del país que ha llevado a la ruptura social y política en curso en Ucrania. El Estado está, literalmente, fragmentando y el país está siendo destruido. Estas presiones internas están siendo exacerbados por la interferencia externa (a su este y oeste) con el país convirtiéndose en un epicentro de un posible conflicto global. La adhesión de Crimea en la Federación de Rusia fue una etapa en un proceso cuyo final es incierto. Sin duda se trataba de un acto oportunista por parte de Rusia, que ha ayudado a alimentar el nacionalismo ucraniano y el resentimiento. Pero también se llevó a cabo pacíficamente y con al menos la aquiescencia de la población local, muchos de los que, sin duda, quieren escapar de un país sumido en un conflicto.

Occidente parece creer su propia propaganda. Esto quiere decir que todo lo que se interpone en el camino de un país libre e independiente de Ucrania, integrado en el oeste, es una Rusia agresiva e intervencionista. Aunque no dudamos de las ambiciones de Rusia en Ucrania, lo que este relato deja de lado es a la población de este y sur de Ucrania como actores independientes. Se exagera el poder de Rusia y Putin a tal punto que no tiene en cuenta las opiniones y las aspiraciones de los millones de personas que viven en estas regiones.

Las fuerzas de oposición a Kiev en el este de Ucrania copian las tácticas desplegadas por los manifestantes de Maidan en el oeste del país, con los hombres enmascarados tomando el control de los edificios del gobierno. Pero mientras los comentaristas occidentales acogieron estas acciones cuando se llevaron a cabo en Lviv o Kiev, las ven como acciones simplemente terroristas organizados por agentes extranjeros cuando tienen lugar en Donetsk o Slaviansk.

Y cuando se la ve de esta manera la solución es clara: enviar al ejército al este de Ucrania para derrotar a los invasores externos.

El problema para las autoridades de Kiev es que las fuerzas armadas estatales y ucranianas no son lo suficientemente fuertes para hacer la guerra incluso contra su propio pueblo. El ejército sigue siendo débil, con una crónica financiación insuficiente, y sus fuerzas están desilusionados y divididas. Esto ha causado grandes deserciones de sectores de las fuerzas armadas y la policía, que no pueden entender por qué deben disparar contra su propio pueblo. Los ataques con  tanques y aviones de combate siguen siendo insuficientes para derrocar gobiernos de oposición en ciudades como Slaviansk. Con el ejército incapaz de llevar a cabo esta tarea, la responsabilidad ha caído sobre la recién formada Guardia Nacional, el Sector de Derecha y otros grupos paramilitares, para acabar con los "terroristas".

  El Rubicón fue cruzado en Odessa, en lo que sólo puede ser descrito como un pogromo fascista. Esto fue seguido menos de una semana más tarde, cuando más de una veintena de personas fueron asesinadas, en el Día de la Victoria, en la ciudad de Moriupol por miembros de la Guardia Nacional y del Sector Derecha. Detrás de estos hechos hay contradictorios relatos de conspiración y participación externa. Pero es difícil imaginar una manera más eficaz de empujar a la población de las regiones del este más hacia Rusia que asesinando a la gente en sus calles. Aunque gran parte de esto se ha disfrazado en nuestras pantallas de televisión, esos supuestos partidarios de la democracia ostensiblemente están entrando con tanques a las ciudades, quemando personas en edificios sindicales, atacando civiles desarmados y disparando a la gente que hace cola para votar fuera de los recintos electorales.

Para justificar estas acciones reina una atmósfera de engaño y  auto-censura. H ablar en contra de estos horrores es ser partidario de Putin y creyente de la propaganda rusa. Se necesita silencio para que estas atrocidades puedan continuar.

En Polonia este ambiente es todo lo que prevalece. El régimen imperante  y los medios de comunicación ahora están unidos en torno a los preceptos de la política exterior de la derecha conservadora. En ese discurso, el ejército ruso tiene la intención de avanzar hacia el oeste a través de Ucrania y, posiblemente, a países como los Estados Bálticos y la propia Polonia. El gobierno ha alentado un clima de guerra, con Donald Tusk anunciando que lo  está en juego en las elecciones europeas es si los niños podrán ir a la escuela en septiembre. Tal clima de miedo ha ayudado a justificar la política del gobierno de elevar el gasto de defensa en torno al 24 mil millones de € para el 2020 y la que por el ministro de Defensa, Radoslaw Sikorski, llame a 10.000 soldados de la OTAN para desplegarse en Polonia. Incluso se ha permitido a los políticos polacos de apoyo a las fuerzas políticas que elevan la bandera del ucraniano Bandera.

Este ambiente ha calado en amplios sectores de la izquierda liberal en Polonia. Vocero liberal del país, el periódico Gazeta Wyborcza ha estado haciendo todo lo posible para mostrar sus credenciales anti-Putin. Nominaron como persona del año al oligarca ruso Mikail Khodorovsky, un hombre que amasó miles de millones cuando Yeltsin estaba vendiendo la economía del país a sus amigos corruptos, El editor de la Gazeta Wyborcza, Adam Michnik, incluso le ha comparado con Nelson Mandela. Parece que pelea con Putin es suficiente hoy en día para hacer de cualquiera un héroe.

Mientras el principal partido de centro-izquierda (la Alianza de la Izquierda Democrática) ha tratado de advertir sobre  este clima de guerra abierta y  de los peligros de la extrema derecha en Ucrania, la "nueva izquierda" del país ha tendido a replicar la opinión liberal. El líder del partido populista liberal Tu Movimiento, Janusz Palikot, sostuvo que la solución a la crisis de Ucrania es una combinación de tropas de la OTAN y la terapia de shock. El líder de Política Crítica, Slawomir Sierakowski, fue un temprano entusiasta de las protestas de Maidan, creyendo que eran una fuente potencial para la renovación de la propia UE. Una vez que este escenario optimista demostró ser demasiado exagerado, Sierakowski pasó a etiquetar a los que critican al nuevo gobierno de Ucrania como 'tontos útiles' de Putin. En la semana anterior a la tragedia Odessa en un artículo publicado en el New York Times  afirmaba que el Sector de Derecha no era una amenaza en Ucrania debido a que (esperarndo que) su líder se había reunido con el embajador de Israel y le dijo que se opondrían a la discriminación. Entre algunos círculos "progresistas" en Polonia hoy en día es aceptable (muy acertadamente) condenar a la extrema derecha cuando queman la estructura de arco iris en el centro de Varsovia ( http://tinyurl.com/mnjql6d ), pero no cuando su homólogos ucranianos queman a la gente hasta a la muerte en Odessa. Más que tonto útil, genio inútil.

Aquellos que realmente temen una invasión rusa en Ucrania debe darse cuenta de que cuando las fuerzas pro-Kiev matan a la gente en el este de Ucrania, el país va a una separación mayir. Si fuese  realmente cierto que los gobiernos autónomos en las regiones orientales son dirigidos por nacionalistas y separatistas rusos, entonces los que apoyan la formación al menos de una Ucrania federal necesitarán ganar el apoyo de los ciudadanos comunes de la región. La mayoría silenciosa, después de todo, quiere una paz justa y estable.

Si el país cae en una guerra civil abierta entonces todas las partes van a perder su autoridad moral por las atrocidades que vendrán, seguidas de la venganza y el asesinato que engendrarán más muertes. La perspectiva de Maidan de ser un movimiento de renovación nacional en Ucrania que pudiese unir a las partes oriental y occidental ha quedado atrás hace mucho tiempo, si es que alguna vez existió en realidad.

Sólo  negociaciones entre aquellos en el poder, en el oeste y el este de Ucrania, y permitir elecciones y referéndums con observadas internacionales tal vez pueda ofrecer una salida pacífica a la crisis.

Como la atmósfera de la guerra se intensifica, una posición radical es tener un poco de moderación. Es más difícil llamar a la paz y la negociación cuando el conflicto crece.

(*) Sociólogo polaco autor de "El retorno de Polonia al capitalismo·, editor del blog "Más allá de la transición".

http://beyondthetransition.blogspot.com/2014/05/rather-useful-idiot.html


Traducción: Fernando Moyano para SURda

 



 
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